Cuando tuve la furgo, todo lo demás vino rodado
La satisfacción de alcanzar lo que tanto deseaba superó todas mis expectativas.
Desde siempre tuve la ilusión de tener una furgo, no solo para viajar, sino para que fuera como una extensión de mi casa, un espacio donde pudiera trabajar y descansar. Como corredor de montaña, necesitaba un campamento base que me acompañara en esas aventuras.
Invertí en libertad
Empecé a ahorrar, a poner todo mi esfuerzo en ese sueño, y mientras tanto, alquilaba furgos para probar qué necesitaba realmente.
Después de un tiempo, con financiación y muchas ganas, pude comprarla. No era solo una inversión: era el inicio de un estilo de vida. Disfrutar de cada viaje y cada parada era una oportunidad para respirar y vivir a mi ritmo. Desde entonces se ha vuelto parte de mí y de mi manera de ver el mundo.
Vivir sin ataduras
Ahora, mi furgo es más que un vehículo; es mi hogar. Donde voy, llevo conmigo esa sensación de libertad y conexión que es imposible conseguir si estás anclado siempre al mismo sitio.